Hubo un tiempo en el que hablar en difícil era importante, bueno, en realidad importante no era, pero sí necesario para muchos porque les hacía parecer interesantes ¿o inteligentes? En ese tiempo, el hablar en difícil, algunas veces, iba a acompañado de reuniones de café, asambleas, consignas, pancartas y marchas. También estaban los que hablaban sencillamente y decían cosas inteligentes. A esos daba gusto escucharlos, pero eran los menos en "ese mundo".
Cuando arribé a esos días venía de un nido cálido en el que se hablaba con lenguaje cotidiano y de todo, aceptando las diferencias con naturalidad y el hablar de política, tecnología o arte era algo normal, siempre con la claridad tácita del ángulo desde el que se miraba el mundo, es decir, siempre desde el centro hacia la izquierda.
Como sea, había que hablar en difícil y lo complicado de eso es que yo no sabía cómo hacerlo y me pasaba mucho tiempo intentando descubrir cual era la clave para, aun cuando leía los mismos libros y textos, ser capaz de emitir frases absolutas y profundas que dijeran lo mismo que se podía decir con pocas y simples palabras.
Lo mismo en los escritos, aunque al parecer no era lo mismo escribir una monografía sobre, por ejemplo ideología y populismo que hacer un análisis ideológico del discurso político en los gobiernos populistas... O algo así. Finalmente, en ese caso, al igual que ahora, me era mucho más atractivo el dibujar una sucesión de palabras con algún sentido para expresar una idea.
Todavía no descubro el secreto y a cambio observo como ha variado la percepción de las cosas y como las categorías de análisis ya no son categorías de análisis sino puntos de vista y muchos de los que antes eran militantes disciplinados ahora son funcionarios públicos y ocupan cargos importantes o no tanto y los que antes hablaban en difícil ahora hablan en discurso electoral.
Y entonces para no pensar en cosas difíciles ni en palabras complejas ni seguir recordando a esos esforzados y discursivos militantes que se acercaban a darme instrucciones de militante sin siquiera enterarse que yo no le era, pongo romanzas de zarzuelas y no pienso más en nada.