la pequeña asistió a su primera clase de yoga. Me encantó cuando me preguntó si yo iba el lunes, para acompañarme. Se veía preciosa ella, tan estilizada, realizando las posturas. Y yo, emocionada; y más aún al terminar la clase y verla absolutamente relajada y más bella. Al igual que con la pequeña espero poder compartir con mi niña grande el Iyengar al que llegué hace más de siete años; ella practica yoga, hace unos tres años, en otro lugar y con otro método. Estoy segura que un día las tres compartiremos la experiencia.