Bajo esa premisa, entonces ¿será conveniente plantear que con el uso adecuado y constante de nuevas tecnologías de información y comunicación, TIC, y concretamente con tres de las plataformas 2.0 que son a las que mayor cantidad de usuarios acceden: página Web, Facebook como una red social de interacción y Twitter como una herramienta de difusión de contenidos, los gobiernos puede alcanzar constantes y dinámicos procesos de transparencia de la gestión e implementación de las políticas públicas? (*) ¿les permite, además de establecer una relación interactiva con la sociedad civil, directa o a través de los medios de comunicación, contribuir a que ésta pueda tener acceso a las decisiones, y por tanto, pueda empoderarse y tener la capacidad de exigir una efectiva gestión pública, además de cumplir la obligación que tienen como Estados, de satisfacer el derecho de las personas a la transparencia e información?
Las preguntas quedan planteadas, hay que ver si la respuesta es que esto es posible.
(*) Hipótesis que he planteado en la tesina del diplomado Derechos Humanos, Pedagogía de la Memoria y Políticas Culturales de la Fundación Henry Dunant América Latina