ya ni sé cuantos años son que he esperado para tenerla, hasta que finalmente llegó después de largo viaje de envío y espera. Tanta ilusión que me hacía tenerla entre mis manos, mirar a través del lente y registrar con ella el objeto presa de esa irremediable, e inevitable manera de ver, encuadrándolo todo que me persigue de siempre, de toda la vida.
La fidelidad a las Canon, desde mi primera "joyita" Powershot 2.8 mp, que a pesar de su poca resolución, pero que en su momento era bastante, sigue en pie; esa especialmente captaba las imágenes con certeza, con una dulce calidez que ahora reencuentro en esta, un tanto mayor en pixeles (15.1). Se suma el que al conocer a una es más sencillo conocer a las demás y eso ha facilitado el acercamiento inicial. Poco a poco la iré conociendo y un día dejará de tener secretos para mí, como pasó con mi querida Powershot A460 de 5.1 mp, que ahora se fue de viaje a Quito y era la sucesora de la A430 que se llevó alguien amigo de las cosas de otros. En tres años me acompañó en tantas tomas que a ratos temía que el lente se derritiera o que el HD dijera un día "hasta aquí nomás" que ya no quiero que descargues mas fotos. Con ella me encanté, lo mismo que con la 2.8, al instalarme bajo la rampa por donde pasaban las ruedas voladoras de los cleteros, o el seguirles de cerca lo que me permitió disfrutar del retener, en el instante mismo, el movimiento que los muchachos hacían en el aire y que apenas duraba instantes o pestañeos; esa es una bella experiencia y absolutamente recomendable que ahora, con la velocidad de esta cámara sería aun más emocionante.
Mientras la paciencia crecía, en la espera de esta, esa fue una gran compañera. Con ella me hundí en el manglar en mayo del año antepasado, y no puedo evitar reirme al recordarlo; es extraña la sensación de hundirse ante cualquier ligero movimiento para tratar de salir, porque al cuerpo le chupa el lodo, así de literal. En esos momentos sólo trataba de alejar el brazo lo más arriba posible de la superficie para salvar la cámara y las fotos, mientras veía como la mochila abierta dejaba caer cosas que se desparramaban sin poder evitarlo. Daba lo mismo si la cámara estaba a salvo. Al cabo, era sólo lodo que al contacto con el agua, del riachuelo al otro lado del manglar, se desprendía del cuerpo y de la ropa; nada más era cosa de sumergirse un par de minutos para poder seguir adelante, total en algún momento llegaríamos al mar y ahí si no quedaban vestigios ni de barro ni de la tierra que se pegaba al cuarpo al atravesar el camino de tierra que iba de los manglares al río.
Hoy subiré directamente un par de fotos, las primeras, sin saber ni como funciona más allá de lo básico y tomada con una programación igual, básica, en resolución media y sin ningún tratamiento, o sea en bruto, sólo porque quiero dejar constancia de lo que hace mi joyita Rebel T1i, sin pasar por el Flickr y nada más por el capricho de de ver como luce cuando se publica. Y hay algo que celebro y es que sin hacer nada, así en bruto me gusta el DOF que tiene.