miércoles, 19 de marzo de 2008

medios, comunicación

A propósito del tiempo que le he dedicado al tema informativo en mi trabajo, últimamente y porque las circunstancias lo han requerido, una vez más me doy cuenta de lo importantes que son las comunicaciones, los medios de comunicación en mi vida. La necesidad de estar informada, de compartir esa información, de entenderla.

Todo aquello que tenga que ver con medios me produce una serie de sensaciones difíciles de explicar, pero que parte con curiosidad y muchas veces con alegría y hasta emocion. Es algo estimulante, que me llena y llega a fondo. La idea de la noticia, de la información, el comunicar y puedo estar en ello sin importar el tiempo, la hora o el cansancio. O sea, es algo así como que eso no se siente cuando tiene que ver con información y medios.

La radio está presente desde el despertar, primero con música, seguida de noticias de televisión repitiendome la información para saber como informa un canal y luego otro; sigue el turno de la radio, distintas emisoras y noticieros, programas en los que se realizan comentarios políticos y económicos y por supuesto entrevistas. A veces me descubro a mi misma inserta desde toda la vida en algo parecido a lo que se suele llamar monitoreo de medios y no es que me lo proponga, simplemente se da, me gusta, lo disfruto y es parte del día a día, porque en el transcuros del día también lo hago a través de la web y me doy cuenta que ya tengo incorporado un chip o un entrenamiento tal que me permite leer un medio mientras escucho una emisora y en seguida un canal y luego un diario en línea Paso por emisoras locales, a emisoras ecuatorianas, españolas, argentinas, norteamericanas, de donde sean y que transmiten básicamente información y música clásica, además de programas científicos y reviso diarios en línea desde lo político a lo cultural.

En algun post anterior hablé del diexismo y de cómo la radio ha sido parte del vivir, desde la infancia, la adolescencia, el crecimiento. La radio me es necesaria, disfruto oyendo los noticieros, por las noticias, pero también y a veces más por la manera de informar. Disfruto comparando formatos, estilos, los tiempos informativos. Es un juego conmigo misma. Inconscientemente mi atención está centrada en cómo se informa, partiendo por la forma de hablar, de pronunciar, de estructurar las frases por parte del lector y me molesta, muchas veces, esa cada vez más creciente costumbre de quien informa a incorporar comentarios en las noticias. Me parece que una cosa es informar, leer o contar la noticia y otra es la opinión, sea del medio o de una persona con autoridad para hacerlo y simplemente no me parece procedente el acotar, muchas veces a la ligera, con lenguaje poco apropiado y que más que informar contribuye a desviar la atención.

Me llama mucho la atención como personas sin mayor formación profesional, animadores e incluso artistas, informan y comentan con mucha libertad y también falta de criterio. Del mismo modo, también me cuesta incorporar ese concepto de "mayor credibilidad" que se ha puesto tan de moda y que está dirigido a periodistas que "conducen" noticieros. Me gusta la objetividad, no en el sentido de ausencia de opinión, de una posición clara o de representar a una tendencia, sino en el sentido de contar con palabras claras un suceso, con el lenguaje adecuado y justo, sin adjetivos, sin gerundios, sin superlativos.

Supongo que algo habrá influido el ir desde chiquita a la redacción del periódico (El Comercio) con mi padre, el haber crecido cercana y rodeada por periodistas; obviamente la radio Corporación en la que también hice de programadora a eso de los 17 o 18 años (¡cuánto lo disfruté!) y básicamente el que en casa él oía las noticias desde el amanecer y que el oido se fue acostumbrando, sumado a que tuve mi primera radio a transistores cuando tenía unos seis o siete años y con ella me dormía y amanecía, oyendo noticieros, comentarios, radioteatros y dramatizaciones, transmisiones de las corridas de toros, futbol, carreras de autos, entrevistas...lo que fuera (venía en un estuche de cuero, era plateada, de marca Crown de 12 transistores
y duró por lo menos unos diez años y cuando estaba viejita, era cosa de abrirla, apretar los transistores y seguía funcionando). Fue tan larga su existencia que simplemente me quedé con la costumbre de la radio. Y si el deseo de la lámpara fuera "elija donde quiere trabajar y se le concederá" no dudaría, eligiría un periódico o una radio o en el departamento de prensa de un canal.